Enrique I, conde palatino de Lotaringia desde 1045 hasta 1060, hijo de Hezzelin I y miembro de la dinastía ezónida.[1].
Los historiadores le dan varios apodos a Enrique: Furioso (el violento/el loco), porque asesinó a su mujer; Monachus (el monje), porque se vio confinado en una abadía para tratar su insania.
[2] Fue elegido como sucesor del reino alemán durante la enfermedad del emperador Enrique III.
[4] Enrique entonces fue definitivamente encerrado en la abadía de Echternach, donde murió en 1061.
Su cargo y sus condados fueron confiscados por Anno II, arzobispo de Colonia, quien se convirtió en guardián de su único hijo, el posterior conde palatino Germán II (1064-1085).