Etimológicamente significa «que engulle los astros».
La leyenda afirma que aquí existía un pueblo de descreídos que fue engullido por el agua.
De noche se concentraban las brujas andorranas, se desnudaban y chapoteaban en el agua.
Los habitantes masculinos de Engolasters subían a espiarlas, pero si alguno era descubierto, las brujas lo transformaban en un gato negro.
Se dice que las brujas desaparecieron a principios del siglo XX coincidiendo con la instalación de las antenas de Radio Andorra y la construcción de una presa para la central de las Fuerzas Hidroeléctricas de Andorra, inaugurada en 1934.