La encefalopatía crónica traumática (antiguamente llamada demencia pugilística o “punch drunk syndrome”) es una enfermedad neurodegenerativa, que se produce principalmente por la presencia de lesiones cerebrales traumáticas repetitivas con o sin síntomas,[1] incluyendo lesiones concusivas y sub-concusivas.
[6] Como evidencia de las consecuencias clínicas y neuropatológicas relacionadas con traumatismos craneales leves repetitivos, se hizo evidente que este patrón de neurodegeneración no era exclusivo de boxeadores, por lo que se le empezó a denominar Encefalopatía Crónica Traumática, término que fue introducido por Miller y actualmente es el más utilizado.
Basado en la genética y las pruebas realizadas, 57% de los pacientes que han tenido traumas craneales a repetición, tienen el alelo APOE ε4.
[5] Se describen tres etapas de deterioro clínico:[6] Otros síntomas incluyen: disartria, disfagia, cefalea crónica, depresión, vértigo, sordera, disminución progresiva de movimientos musculares y alteraciones oculares tales como ptosis palpebral.
Segundo, en la ECT la distribución de la proteína Tau es totalmente irregular, en gran medida limitada en focos desiguales en la corteza frontal, temporal e insular; a diferencia de la distribución más uniforme que se observa en la EA.
[5] Durante una lesión cerebral traumática el cerebro y la médula espinal se someten a deformación por cizallamiento, provocando una elongación transitoria de los axones.
[5] Actualmente no hay un diagnóstico clínico definitivo para esta condición por la falta de especificidad sintomatológica que presenta la ECT, sin embargo, el examen histopatológico del cerebro en la autopsia es la modalidad diagnóstica definitiva.
A medida que van apareciendo los síntomas, se va tratando cada uno con fármacos o terapias específicas.