Encaje de Bruselas

No se realizan con una sola y misma mano, como es regular en los encajes de palillos, sino que una oficiala hace el fondo, otra las flores y así todo lo demás.

Los hilos están apropiados a cada parte del trabajo: al fabricante toca saberlos elegir, así como repartir o distribuir el trabajo.

El dibujo es el primer objeto a que ha de atender el maestro para variarlo continuamente y no ejecutar uno mismo dos veces, salvo cuando lo piden explícitamente; desprender las flores picándolas con un millar de alfileres para facilitar a las oficialas la percepción del dibujo y ponerlas en disposición de ejecutarlo con exactitud.

El punto, cuya malla sencilla presenta un fondo igual, sólido y fino, se usa con mayor generalidad que la esterilla o pasillo formado por cuatro hilos en figura de ojo de perdiz.

Finalmente, todos estos puntos varían infinitamente y por lo general se les llama obras de moda: se emplean en los encajes de Bruselas con un gusto exquisito y un arte con más o menos perfección, de acuerdo a la inteligencia del fabricante que lo dispone.

Encaje del siglo XIX