En julio de 1965 le fueron transferidas a ENFE el ferrocarril Santa Cruz-Corumbá y dos años más tarde, en 1967, el gobierno le traspasó las líneas férreas de la red oriental, Yacuiba-Santa Cruz.
Tanto el FCAB como la BRCo habían dejado de renovar su material rodante desde los cuarenta.
Por tanto, ENFE heredó este problema y además tuvo el desafío de convertir las nueve ‘empresas ferroviarias’ que efectivamente existían en Bolivia, en los cincuenta, a una sola.
ENFE también heredó una planta laboral inflada, que no tuvo inconveniente en seguir abultando.
Por consiguiente ENFE estaba en una precaria situación económica y dependía de subsidios estatales.