Este término psicológico es en realidad aplicable a cualquier especie que tenga reproducción sexual, pero se ha estudiado sobre todo en humanos, donde el factor clave encontrado no ha sido una característica de la personalidad, sino el CI.
En la literatura científica castellana el concepto viene heredado del inglés assortative mating.
En humanos, la estratificación social aumentaría como resultado de este proceso y no al contrario.
En humanos se han propuesto diversos rasgos (altura, inteligencia, edad, clase social o incluso parecido facial); sin embargo, en el único estudio realizado en España (ver bibliografía) sólo se encontró correlación significativa en la inteligencia.
Baron-Cohen plantea la hipótesis de que los trastornos del espectro autista puedan ser el resultado del emparejamiento selectivo entre algunos hombres (y mujeres) que poseen cerebros extremadamente masculinos, buenos para la sistematización pero carentes de empatía.