En 1959 se reencontró casualmente con su primer novio, Jorge Martín Orcaizaguirre, conocido como Virulazo, quien por entonces era un destacado bailarín de tango en Argentina.
Virulazo recordaría ese momento del siguiente modo: En la década de 1960, con el ascenso del rock, el tango dejó de ser un género masivo y bailado por los jóvenes: Virulazo y Elvira entonces se dedicaron al juego clandestino, la quiniela,[2] cuando es contactado en 1983 por Juan Carlos Copes para convocarlo a realizar una prueba para un espectáculo de tango que Claudio Segovia y Héctor Orezzoli pretendían estrenar en París: Tango Argentino.
Para entonces Virulazo pesaba 126 kilos, tenía 57 años, cinco hijos y seis nietos.
Años después, Claudio Segovia decía de Virulazo y Elvira: Tango Argentino resultó ser un éxito mundial, además de impulsar el renacimiento del tango en todas partes.
En 1985 presentaron el espectáculo en Broadway, resultando todos los bailarines nominados a los Premios Tony, por la mejor coreografía.