Poco tiempo después, fue ascendida a directora general y permaneció en este cargo hasta su jubilación en 1934.
Obtuvo un puesto en un semanario suburbano, pero fue rechazada porque el editor tenía "la impresión de había elegido a un hombre".
El negocio se expandió gradualmente para incluir herramientas de mecanizado para metales.
[4] Kennedy permaneció como directora general hasta su jubilación voluntaria en junio de 1934.
Durante este debate, Kennedy hizo hincapié en la importancia de la armonía entre los roles comerciales y técnicos en la ingeniería porque "[la invención] no puede progresar sin finanzas" pero aún requiere "visión y iniciativa para producir lo que se necesita".
[3] Ella especulaba con que una posible causa se debía a "la colosal sobreproducción durante el final y poco después de la guerra, cuando las empresas se habían acelerado para satisfacer grandes demandas".
Cuando estos productos dejaron de ser necesarios, los fabricantes se vieron obligados a recomprar el exceso de existencias para evitar que "se vendieran a bajo precio e inundaran los mercados".
Sin embargo, al referirse a las mujeres en la industria, concluyó que había más posibilidades en el Reino Unido que en Estados Unidos porque "las mujeres estadounidenses estaban más en un pedestal y sus hombres no las consideraban como factores muy serios en la vida empresarial".