Pero al final -y gracias al fuerte apoyo de San Dunstán, entre otros- la Witan confirma a Eduardo como nuevo rey.
Entonces, la reina viuda y su hijo se retiran al castillo de Corfe.
Mientras le ofrece una copa de aguamiel para refrescarse al pie de la torre del castillo, aprovecha la distracción del rey para ordenar a uno de sus escuderos que propinara a Eduardo una puñalada por la espalda.
Asustado su caballo y habiéndose atorado su pie en el estribo de la cabalgadura, Eduardo es arrastrado por el animal hasta matarlo.
Consumida por los remordimientos luego de ver la serie de milagros que ocurrían en nombre del asesinado rey, Elfrida se hace monja en la abadía benedictina de Santa Maria y San Melor, cerca a Amesbury, Salisbury, fundado por ella, según lo dijo, para expiar sus terribles pecados.