La presa fue destruida en una riada en el siglo XIX, fecha en la cual se levantó otra más moderna, pero de menor tamaño y capacidad.
También en valles y rincones húmedos entre dichos montes, en zonas como la partida de Toscana o el Pocico Alonso.
Durante la invasión musulmana, el valle vuelve a poblarse lentamente, con la instalación de alquerías agrícolas en lugares donde habían estado las villas romanas, en tierras fértiles junto al río.
En 1294 estalla una guerra entre Castilla y Aragón, dado que el rey aragonés Jaime II quería hacer valer los derechos de su reino sobre Murcia.
Mientras tanto, Elda sufrió una gran crisis económica y demográfica, dado que los moriscos suponían la mayor parte de la población.
Las fronteras se trazaron de forma arbitraria, sin ninguna justificación (pues no había divisiones ni referencias previas).
A la vecina villa se le otorgaba un territorio que era doble y mitad que el eldense, quedando la línea divisoria alejada varios kilómetros del núcleo petrelense, pero casi pegada al casco de Elda, lo cual marcaría para siempre el futuro desarrollo de la ciudad.
Cambia así mismo el ordenamiento municipal, sustituyéndose por un nuevo consejo de gobierno local similar al actual, compuesto por un alcalde, regidores y un síndico.
De ambos asuntos tuvo que hacerse cargo el ciudadano eldense más célebre, Emilio Castelar, presidente durante la Primera República,.
Es conocida esta fecha, en la que los vecinos atemorizados, piden al cura sacar en procesión rogativa a la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso.
[27] No obstante, la segunda mitad del siglo puede considerarse un periodo ilustrado y de grandes cambios para la villa.
Se celebraron consejos de ministros, y las Escuelas Nacionales (Padre Manjón), fueron desalojadas para albergar sedes ministeriales.
En la época morisca, comienza a aprovecharse el potencial hidráulico del río y se instalan dos molinos de harina.
Las fábricas cambiaron a un proceso de producción dividido en partes, al que se suma el trabajo en cadena y la mecanización (por ej.
También está aprobada la construcción de un centro comercial en los terrenos donde se encuentra el viejo estadio Pepico Amat, sin concretar ninguna fecha debido a la actual crisis económica.
Tras la guerra, sin embargo, hay una importante pérdida de población, entre refugiados retornados, y eldenses muertos o desplazados por la contienda.
Las causas iniciales han sido urbanísticas, ya que en los 80-90 en Elda no había suficiente vivienda nueva para cubrir la demanda.
Desde la reconquista hasta varios siglos después, la villa no crece más allá de lo que hoy sigue siendo el casco antiguo.
En aquellos años se construyen hitos urbanos como la plaza Castelar, un nuevo ayuntamiento, o un sólido puente de piedra hacia la estación.
[80] Los rasgos más identificativos son principalmente fonéticos, contando también con algunos términos léxicos particulares, o que han sido adoptados de diferentes procedencias.
Léxicamente se siguen usando algunos arabismos frecuentemente usados en otras comarcas de la zona,[81] como alborga (zapatilla), alcacil (alcachofa), colfa (cáscara), zafa (palangana) o leja (estante).
También muy frecuentes son los valencianismos, tales como bajoca (judía verde), camal (pernera del pantalón), espolsar (sacudir), fumaera (humareda), desfogar (desahogar), sanguango (gandul), etc.
[84] Elda, París y Londres,[85] es un dicho que se hizo muy popular en la iconografía eldense de mitad del siglo XX.
El castillo de Elda es una fortificación emplazada en un pequeño cerro junto al río Vinalopó, construido entre los siglos XII y XIII.
Dentro del municipio eldense se encuentra también la Estación de Monóvar, aunque está clausurada y abandonada desde hace años.
Se trataba de una revista institucional que confeccionaba reportajes sobre actualidad local, proyectos políticos, festividades, temas históricos y miscelánea.
En la fecha de San Antón se celebra la llamada media fiesta donde algunas comparsas salen a desfilar en honor al santo.
Pese a que el pregón tiene lugar la noche del miércoles, y ha cobrado popularidad en los últimos años, las fiestas se dan por inauguradas oficialmente en la multitudinaria Entrada de Bandas.
Son unas fiestas de marcado carácter popular y vecinal, en las que se suelen organizar muchos actos participativos en los barrios.
Durante la última década se ha popularizado tras los conciertos, la llamada Gran Barraca Popular, que ameniza con música el ambiente nocturno hasta altas horas de la noche.