Convencido de que los ensayos en animales y voluntarios son en vano, él empieza a probar las gotas en sí mismo.
Para ocultar su apariencia sorprendente, en todo momento lleva gafas de sol oscuras.
Al final de la película, Xavier conduce por el desierto y entra en un oficio religioso.
En un muy rumoreado final alternativo, el Dr. Xavier se arranca los ojos pero grita, desesperado: «¡Aun puedo ver!».
Aunque ese fragmento nunca ha sido encontrado, el director Corman asegura que rodó esa escena.