El escritor insistió en que no fueran al hospital, y en cambio se dirigieran a la casa de Carmen en Valldoreix, San Cugat del Vallés.
[6] El protagonista homónimo de este cuento está basado en un personaje real, el dueño estadounidense de una pizzería ubicada a una cuadra del café La Habana, donde a Bolaño le gustaba mucho comer cuando tenía dinero.
[11] El escritor Jorge Volpi, pese a destacar el legado literario de Bolaño, calificó póstumamente esta obra, junto a Putas asesinas, como libros «irregulares» del autor.
[13] Este cuento ha sido analizado extensamente por el académico Gustavo Faverón Patriau, distinguiendo en él abundantes menciones a escritores argentinos tales como Borges, Di Benedetto, Dabove, Cortázar, Wilcock y Fresán.
Es significativo el hecho de que tanto en este como en otros pasajes, no aparecen mujeres.
Pereda está estrechamente ligado al Baltasar Espinosa de «El evangelio según Marcos».
[14] El relato, que podría considerarse como una versión delirante de «Casa tomada» de Cortázar, también se relaciona con «Carta a una señorita en París», si bien en este último la transición se produce del campo hacia la ciudad, y no a la inversa.
Estos dos últimos cuentos están a su vez fuertemente ligados al relato «Ser polvo» de Dabove.
Pereda fecunda a una campesina y el campo se vuelve fértil.
Para Ordóñez, este cuento también habla «del arte como obsesión y diferencia», siendo el detective protagonista tan artista como su tía, en el sentido de que se esmera incansablemente por encontrar una verdad que los demás no quieren ver.
En este cuento, dice de los Ríos, el mapa se exhibe «por un tour o trayectoria, que representa el espacio desde una perspectiva interna y móvil», continuando con una estrategia también utilizada en Los detectives salvajes y 2666.
En el mismo cuento, finalmente, el protagonista se encuentra con un «clochard» en París, un personaje típico de allí; decide sacarle fotos a cambio de dinero, y éste posa como si fuese un turista, confesando más tarde ser también argentino, utilizando Bolaño así la figura del doble —al cambiar del idioma francés al argentino, comienza a tutearlo— pero más bien de un doble invertido —el clochard se marcha en dirección contraria—.
Como la anterior adaptación de Rigola, la obra es en castellano, el idioma nativo del autor.