Después de descartar otros títulos, a Ramos Carrión le tocó El chaleco blanco.
El dueño, Pérez, está limpiando las botas y canta la polka "del limpiabotas".
Llega Rosa, la lavandera, para llevarse la ropa al río a lavar.
Manifiesta su deseo de componer música bella y no porquerías como La Gran Vía.
Pero el chaleco está en la colada que las lavanderas han llevado al Manzanares.
Don Quintín llega diciendo que ha logrado el trabajo, pero nadie se alegra de su noticia.