Durante el siglo XIX se produjo un auge de la industria azucarera gracias a la expansión del ferrocarril.
Ya en el siglo XX, durante la dictadura militar autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, en el Ingenio Ledesma los capataces podían realizar sus rondas vestidos de negro o con perros negros, en representación del Familiar.
En estos casos, en ocasiones pueden hablar, y en todos los casos parece coincidir que se siente cuando anda cerca un fuerte olor, y el sonido de grandes cadenas arrastrándose,"el familiar" elemento siempre relacionado con los seres de bajas vibraciones o condenados o a emisarios del demonio; siendo seres que recorren los cañaverales en línea recta y en caso de cruzarse con alguna construcción las atraviesa, nada lo detiene ni hiere.
Se suele creer que los dueños de los ingenios tienen un pacto con el Familiar por el cual están obligados a permitirle alimentarse por lo menos con uno de sus peones todos los años, aunque esta cantidad es insuficiente, generalmente, para saciar su hambre.
Sin embargo, sí es posible escapar con vida, mostrándole la cruz que se forma con la empuñadura de un puñal.