Ejercicios espirituales (filosofía antigua)

Los ejercicios espirituales fueron en la Antigüedad prácticas regulares —tanto de orden físico (régimen alimenticio), discursivo (diálogo, meditación) o intuitivo (contemplación)— dedicadas a convertir la propia vida en un camino progresivo de mejora en vistas del ideal del sabio y la vida virtuosa.[1]​ Este recorrido de transformación se presentaba como una crítica a la forma de vida ya dada por la convención social, buscando invertir los valores predominantes (riquezas, honores, placeres) por otros propuestos como preferibles para la vida (virtud, contemplación, simplicidad vital).La palabra «espiritual» permite comprender con mayor facilidad que unos ejercicios como estos son producto no solo del pensamiento, sino de una totalidad psíquica del individuo.Todos estos corresponderían a prácticas realizadas para convertir el alma hacia la virtud y la sabiduría.[3]​ Por último, en el siglo XX, el término también fue empleado por Jean-Pierre Vernant en su obra Mythe et pensée chez les Grecs (1965) y popularizado tanto por Pierre Hadot en Exercises spirituels et philosophie antique (1981)[1]​ como por Michel Foucault durante sus seminarios en el Collège de France.