En 1769 el astrónomo escocés Alexander Wilson (1714-1786) notó que la forma de una mancha solar cambiaba notablemente cuando se acercaba al limbo solar.
Una mancha que es concéntrica a la penumbra cuando está en el centro del sol parece ocupar una posición excéntrica a la penumbra por efecto de la perspectiva.
Estas observaciones mostraron que las manchas solares eran rasgos en la superficie solar, y no planetas menores u objetos situados sobre la superficie.
Las manchas del sol son más frías que el resto de la fotosfera (aproximadamente 4000 °C).
Las manchas solares evolucionan en un ciclo de 11 años.