Eduardo Subirats

Se vio relacionado en las escaramuzas estudiantiles contra la policía militar fascista.

Más tarde fue obligado a huir del Madrid de 1992 por su limitada autoconciencia histórica.

En ese panorama, los viajes juveniles hacia centros de la cultura europea representaron la necesidad de una verdadera “puesta al día” con las ideas críticas o las tendencias del pensamiento hegemónicas en Francia, Inglaterra o Alemania, aunque en la vieja tradición española y particularmente catalana, tal como sucedió con el Modernismo, la mayor atracción la suscitaba Francia.

Es en el contexto de esas polémicas donde Subirats define y defiende con ardor sus propuestas en torno a una “filosofía crítica” y a un “pensamiento crítico radical” que continuará desarrollando en los años posteriores.

Desde finales de la década del 70 viene desarrollando una ingente y original obra ensayística.

En su obra, la mayoría de los títulos proponen bellas y sugestivas metáforas o deben ser leídos como secretas alusiones.

Además, desde los primeros ensayos, el autor establece un diálogo con la escuela de Frankfurt, sobre todo con Adorno y su teoría crítica, a la cual adhiere en sus posiciones esenciales.

La manera de desplegar una crítica que se conecta, para coincidir o para divergir, con un espectro múltiple y complejo de pensamiento, que va de la filosofía a la política, del arte a la ciencia, que dialoga con autores internacionales y locales, será la característica en los ensayos del autor.

Su filosofía crítica le permite construir un sistema de pensamiento que se concibe como una reflexión sobre los conflictos del presente, la cual, más que presuponer, exige la claridad en la teoría y en la acción.