Eduardo Ruiz Contardo

En sus primeros años, compaginó el trabajo académico (Universidad de Chile) con su participación en la Unidad Popular, proyecto político liderado por Salvador Allende.

Otra circunstancia que jamás olvidó fueron los frecuentes encuentros que su padre, masón, organizaba en su propia casa con miembros del exilio republicano español (llegados a Chile a bordo del Winnipeg, barco fletado por Pablo Neruda).

Viajó a Cuba, como delegado universitario, poco después del triunfo de la Revolución Cubana.

En el marco de dicho compromiso, desarrolló una intensa labor académica e intelectual que le llevó a publicar, entre otras obras, "Génesis histórica del proceso político chileno" (junto a Hugo Zemelman Merino y a Enzo Faletto), todo un clásico que sirvió de punto de referencia a por lo menos dos generaciones de militantes izquierdistas chilenos.

Es padre del académico de la Universidad de Chile y también latinoamericanista Carlos Ruiz Encina En México (país al que fue invitado por Víctor Flores Olea) desplegó una intensa actividad académica pero, también, política.

El CELA, dirigido por Ruiz Contardo, recibió entonces a multitud de académicos e intelectuales sudamericanos (como Agustín Cueva, Sergio Bagú, Ruy Mauro Marini, Theotonio dos Santos, Gregorio Selser, René Zavaleta o Atilio Borón, entre otros).

Políticamente hablando, contribuyó a reorganizar el Partido Socialista de Chile en la clandestinidad.

Durante su carrera trabajó muchos temas aunque, sus aportaciones más preciadas, fueron las que realizó en torno a las consecuencias sociopolíticas del neoliberalismo en América Latina y muy especialmente al proceso de neo-oligarquización que, según él, comenzó a producirse en la región a partir de la década de los 1980.

Durante su vida académica dirigió una cincuentena de trabajos y tesis.

- Gobernabilidad y democracia: los obstáculos neoliberales para el desarrollo democrático.

- Los excluidos del proceso de industrialización en la globalización en América Latina y el Caribe.

Su discurso fue muy propicio ya que, en ese momento, había un debate en la sociedad chilena sobre la conveniencia o no de adoptar un modelo investigador parecido al soviético, basado en las Academias de Ciencias.