Comenzó su carrera musical al año siguiente, como parte de la generación del Canto Nuevo, una alternativa a la alienación comunicacional de la dictadura, destacando por su talento para tocar la guitarra, y sus letras mordaces y poéticas.
[1] Allí conoció la música de Georges Brassens, lo cual marcaría su futuro.
Regresó a Chile en 1980 y tres años más tarde sacó su premir disco.
Se dedicó a payar, es decir, improvisar poesías musicalizadas, junto a su amigo Pedro Yáñez protagonizando un recordado programa de radio.
Desde 1999 organiza los Lunes Brassensianos en el Mesón Nerudiano, un café-concert al estilo Rive Gauche de los 50, donde ha convocado a más de 180 artistas (60 extranjeros y 120 chilenos) para rendir tributo a la canción poética iberoamericana y a los autores francófonos de excelencia.