Regresó en 1832 antes de continuar a Sumatra, Java, Filipinas e Indochina.
Hubo un tercer hermano, Joseph Alexis Verreaux, también naturalista, que vivió en Ciudad del Cabo, y falleció también en 1868.
Eran claramente ambiciosos taxidermistas, ganando notoriedad al conseguir, desde un funeral de un jefe tribal cuyos restos ellos desenterraron, llevar estos a Ciudad del Cabo y embalsamarlos.
El veterinario catalán Francisco Darder, luego curador del zoo de Barcelona, compró así, de Édouard Verreaux, un ‘espécimen humano’ en 1888.
Esa exhibición controvertida estuvo expuesta en Bañolas hasta finales del siglo XX, cuando los descendientes de esa persona ganaron la demanda y los restos debieron ser devueltos.