Economía del Imperio otomano

Los otomanos tuvieron como principal fuente de riqueza la expansión militar y el fiscalismo; por su parte, la agricultura era considerada más importante que la industria el comercio.

Algunas familias rurales manufacturaban bienes para ser vendidos; por ejemplo, los aldeanos balcánicos viajaban a Anatolia y Siria durante varios meses para vender sus tejidos de lana.

Con la urbanización progresiva, los nuevos mercados crearon mayor demanda, que fue fácilmente cubierta con el advenimiento de los ferrocarriles.

La aparcería aumentó las tierras utilizadas que antes habían sido exclusivamente para el pastoreo.

Se ha sugerido que la división del trabajo no era posible debido a motivos religiosos;[5]​ sin embargo, Inalcik demuestra que la división del trabajo estuvo históricamente determinada y abierta al cambio.

Los otomanos desarrollaron un sistema eficiente para contar la población del imperio en 1826, veinticinco años más tarde tales métodos fueron introducidos en el Reino Unido, Francia y América.

La densidad demográfica más alta se encontraba en las provincias europeas, que duplicaba a la de Anatolia, que a su vez triplicaba a la densidad demográfica de Irak y Siria y era cinco veces mayor que en Arabia.

La urbanización se incrementó, porque las mejores en salud y salubridad hacía a las ciudades más atractivas para vivir.

Algunas migraciones dejaron marcas indelebles, como tensión política entre regiones del imperio (como Turquía y Bulgaria), mientras que los efectos centrífugos se observaron en otros territorios.

Las economías también se vieron afectadas con la pérdida de artesanos, comerciantes, fabricantes y agricultores.

A Dictionary of Arts, Sciences, Literature, and General information (en inglés) (11.ª edición).