Aquella desgracia unió a Duncan con sus padres, quienes siempre imaginaron un futuro excelente para su hijo, especialmente enfocado en el deporte, su gran pasión.
Cuando cumplió esa edad el técnico del Manchester United, Bert Whalley, se adelantó a los demás clubes pretendientes del país y viajó a su casa, el día de su cumpleaños para ofrecerle su primer contrato profesional.
Aquella temporada ganaron la liga sacando 11 puntos de ventaja sobre el segundo clasificado.
Cuando el equipo estaba dispuesto a partir rumbo a Londres, todo se demoró una hora, ya que Johnny Berry había perdido el pasaporte y las autoridades yugoslavas le complicaban la salida del país.
Finalmente el trámite se aclaró y el Airspeed Ambassador, matrícula G-ALZU, al mando del capitán James Thain partió de Belgrado rumbo a Múnich, en donde se realizaría una escala para reaprovisionar combustible.
El avión se elevó un centenar de metros y, ante el terror de todos, se precipitó a tierra a trescientos metros del aeropuerto, sobre una casa deshabitada.
Se dice que a punto de morir en el hospital, Edwards le dijo a Jimmy Murphy, ayudante del entrenador Matt Busby: «¿A qué hora es el partido contra los Wolves?
Bobby Charlton reconoció que Duncan Edwards fue la única persona a quien, incluso hoy, realmente se sentía inferior.
El Imperio Británico le rindió un homenaje caluroso cinco días más tarde, en Dudley.
En toda mi vida como futbolista, siempre sentí que podía competir con cualquier jugador.