Antonio se había casado con Cleopatra el año 36 a. C. sin pedir el divorcio de su anterior esposa, Octavia, aunque la bigamia era ilegal en Roma.
Al final de este evento, la población entera de la ciudad fue convocada para escuchar una importante declaración política: rodeado por Cleopatra y sus hijos, Antonio proclamó que declaraba disuelta su alianza con Octavio, a la vez que distribuía varios territorios entre los jóvenes.
Además, consiguió de forma ilegal el testamento de Antonio y lo publicó, dando a conocer que en él no aparecían ni Octavia ni sus hijas, legalmente herederas según el derecho romano.
Octavio mató a Cesarión y al primogénito, Marco Antonio Antilo, hijo de Fulvia.
Egipto pasó a ser provincia romana y Octavio, a partir de entonces llamado Augusto, se convirtió en el primer emperador romano, manteniendo durante cuarenta años la Pax romana tras un siglo de guerras civiles.