Quedó muy impresionada cuando vio el vuelo de la primera mujer piloto catalana, Pepa Colomer (1913-2004), con quien más adelante haría una gran amistad.
El club creó unas becas para los aficionados, algunas con bonificaciones y otras de formación completa.
[4] En noviembre de 1933 comenzó su aprendizaje compaginando la aviación con la educación musical y las clases a sus discípulas.
Durante tres meses recorrió con un hidroavión Macchi la costa catalana para vigilar a los barcos enemigos.
El 1938, como consecuencia de los bombardeos franquistas contra el aeródromo del Prat, se trasladaron los Servicios de Aeronáutica a la Generalidad y ella pasó a traducir documentos del italiano al catalán.
Cuando acabó la guerra, no marchó al exilio, se quedó cuidando a sus padres, ya muy mayores.