Esta raza fue creada durante el siglo XIX, cuando María Colina y Juan Alvarado llegaron a Chile desde Francia, y con ellos trajeron unos dogos de Burdeos de línea Toulouse.
De estas características nació el dogo chileno.
[1][2] El color se prefiere anaranjado, café rojizo o marrón.
Las orejas deben ser triangulares y caídas a los costados.
Los ojos son de tamaño medio y almendrados.