Sus nombres están inscritos en el décimo epígrafe del Canon Real de Turín.
La continua afluencia de trabajadores asiáticos, especialmente bajo Amenemhat III, desniveló el equilibrio demográfico en el norte del país.
Los soberanos hicsos en contacto con la civilización egipcia, mucho más avanzada, adoptan su protocolo y sus títulos reales.
Estos, vasallos circunstanciales de los soberanos extranjeros mantienen sin embargo intacto su orgullo nacional y la profunda devoción a sus dioses.
Imponen su autoridad a los gobernantes coetáneos de la dinastía XVII que controlan parte del Alto Egipto (los primeros ocho nomos situados entre Elefantina y Abidos) situando algunas guarniciones en lugares estratégicos.