De vuelta en Buenos Aires, fue agregado a la catedral y fue profesor en el Colegio.
Personalmente recibió la negativa del caudillo federal Facundo Quiroga y, al ver la forma en que este rechazaba toda posibilidad de negociación, consideró mejor volver a Buenos Aires.
Fue diputado a la legislatura porteña en 1827, pero no apoyó al gobernador Manuel Dorrego.
No fue molestado a la caída de Lavalle, y permaneció en Buenos Aires.
Considerando en peligro su vida por esa razón, emigró al Uruguay durante los desórdenes causados por la invasión de Lavalle en 1840.