A instancias del académico Dámaso Alonso, que seguía con interés su trabajo y tenía conexiones con la editorial Gredos, Moliner acabó firmando, en 1955, un contrato con esta para la futura publicación de la obra, cuya edición tipográfica fue muy laboriosa.
[7] Además, anticipó la ordenación de la Ll en la L, y de la Ch en la C (criterio que la RAE no seguiría hasta 1994), o términos de uso ya común pero que la RAE no había admitido,[8] como «cibernética», y agregó una gramática y una sintaxis con numerosos ejemplos.
La primera, que sigue la estructura original de la autora, ya no se publica.
[13] Para ello, no sigue estrictamente el orden alfabético, sino que se agrupan los términos como en un tesauro: etimológicamente.
Ya en el siglo XX, Paul Robert había hecho lo mismo para la lengua francesa (Grand Dictionnaire alphabétique et analogique de la langue française), y Julio Casares en 1942 para la española.
Así, María Moliner consiguió extraer el significado de las palabras, y agruparlas usando esta base.
En la presentación de su libro se explica que las características más importantes son: La editorial Gredos tenía los derechos de publicación, y en 1998 decidió actualizar el diccionario.
Para ello ordenó alfabéticamente las palabras y modificó abundantes significados.
Los cambios realizados ofendieron a los herederos de María Moliner, que interpusieron varias demandas contra esta edición.
Mientras Pedro vivió, nadie pudo cambiar nada del Diccionario.
En 1988, los titulares de la sociedad Pedro Ramón Moliner S. A. eran su viuda, Annie Jarraud y sus tres hijos.