Aspira a convertirse en el más completo y actualizado, empleando métodos lexicográficos modernos para la organización interna de sus artículos.
Constituye el último eslabón dentro de la larga tradición lexicográfica europea de diccionarios generales del griego antiguo, cuyo comienzo se puede fijar en el Thesaurus Graecae Linguae de Henri Estienne (París, 1572), y parte del nivel alcanzado por su inmediato predecesor, la novena edición (Oxford 1925–1940) del Diccionario Liddell-Scott-Jones (LSJ).
Se intentaba, para llegar a un público universitario, adaptar al español los mejores diccionarios griegos en circulación suplementándolos en las parcelas más desatendidas, sustituyendo sus ediciones, con frecuencia muy antiguas, por otras más recientes y mejores, y también corrigiendo sus eventuales errores, etc.
El citado LSJ se había quedado ya atrasado a pesar de sus suplementos.
Refleja lo más importante del léxico de todos los autores literarios y textos documentales desde la época micénica hasta el final de la Antigüedad, aprovechando la más reciente bibliografía sobre lexicografía, lexicología, semántica, lingüística y etimología del griego antiguo.