[1] Escritos en la última década del siglo XIX (el último cuadernillo tiene fecha de 1902), se centran en la obsesión religiosa que ocupaba buena parte del pensamiento unamuniano.
El profesor bilbaíno aparece aquí como un ortodoxo que se reafirma una y otra vez en la fe, un pensamiento que aparece sin fisuras y en el que la aparición de la duda existencial no parece tener cabida.
Es la música como un sacramento natura, una revelación natural del canto con que la naturaleza narra la gloria de Dios.
En el templo la música guía y empuja las meditaciones de los fieles y les da unidad, haciendo que comulguen en meditación.
Los que no podemos sumirnos en el silencio y recibir su gracia, tenemos a la música, que es como la palabra del silencio, porque la música revela la grandeza del silencio y no nos da la charla vana.