Desde la primera mitad del siglo XIII la Santa Sede, gracias a la mediación de franciscanos y dominicos, después de largos siglos recuperó el contacto con el Oriente cristiano.
Las misiones latinas en estas tierras fueron favorecidas por los kanes mongoles, que dominaron todo el Medio Oriente desde Anatolia hasta Persia (Ilkanato), y por su tradicional tolerancia hacia la religión cristiana.
Entre ellos se encontraba Bartolomeo Abbagliati, obispo de Tabriz (o Tauris).
En una carta fechada el 7 de abril de 1288, el papa Nicolás IV felicitó al obispo jacobita Zacharias quien, junto con otros dos obispos, se había adherido a la fe católica.
Los obispos fueron considerados in partibus infidelium ("en las tierras de los no creyentes").