En las escrituras hindúes, Dhruvá fue un niño príncipe, ferviente devoto del dios Visnú, quien le dio la bendición de convertirse en la estrella polar (que en sánscrito se llama dhruva nakshatra, el ‘astro fijo’).
El Rig-veda menciona decenas de veces la palabra dhruvá (que significa tanto ‘estrella polar’ como ‘fijo’).
Suniti le dijo que ella había oído que los sabios se retiraban a los bosques a meditar y experimentar austeridades, para atraer la atención del dios Vishnú.
Dhruva decidió irse al bosque a meditar, y Suniti le dio sus bendiciones.
Sin embargo, la feroz determinación de Dhruvá no tenía límites, por lo que el sabio asombrado le enseñó los rituales y el mantra que le haría lograr su objetivo.
El mantra que Nárada le enseñó fue om namó bhágavate vásudevaia (ofrezco reverencias a Bhagaván Vasudeva).
Habiendo sido aconsejado, Dhruvá empezó su penitencia, y no comió ni bebió nada durante seis meses, con su mente fija en el dios Vishnú.
Otras personas hubieran pedido placeres mundanos o celestiales, o un sabio hubiera pedido moksha (liberación de la cárcel de la reencarnación), pero Dhruvá no tenía ningún deseo personal.