La primera aparición de Dhritarashtra se encuentra en el texto épico-religioso Majábharata (siglo III a. C.).
Ambalika tuvo un hijo albino, Pandú (‘pálido’), por lo que se llegó a la conclusión de que ella no habría querido cerrar los ojos y habría empalidecido de espanto.
Dhritarashtra le dio a Iudistira la mitad del gran Kurukshetra (‘el campo de los Kurus’), aunque le dio la peor parte, una zona de bosques deshabitados y llamados Khandavá (‘azúcar cande’), que habían sido sagrados para el antiquísimo rey-dios Indra y que sería quemado por Agní (el dios del fuego), ayudado por Áryuna y su primo Krisná.
En cada tiro, el rey perdió todo: su reino, su riqueza, sus hermanos, a sí mismo y finalmente su esposa.
Finalmente, el ciego monarca temió la venganza de los poderosos Pándavas contra sus hijos, entonces les devolvió todo lo que Iudistira había perdido.
Varios mayores le advirtieron a Dhritarashtra que los Pándavas nunca olvidarían esta humillación.
Sañyaia a veces consolaba al desesperado rey, pero cada vez le recordaba que la religión estaba del lado de los Pándavas, y que no había medios humanos para ganar una guerra contra Krisná y Aryuna.
El abrazo fue tan fuerte que la estatua de piedra quedó reducida a polvo.
Según el texto, en los 18 días de esa única batalla murieron 3.936.600 soldados[2] Iudistira una vez más mostró su amabilidad cuando decidió que el rey del reino Kuru debía ser Drita Rastra.