Los estudios demostraron que el dextrorfano ejerce una actividad antitusiva comparable a la del dextrometorfano, pero con una mejor tolerabilidad y una menor toxicidad.
El dextrorfano puede combatir la tos y reducir los ataques epilépticos, aunque los resultados de los exámenes difieren en cuanto a qué tan bien disminuye las convulsiones.
Un experimento con ratas encontró al dextrorfano ineficaz para prevenir el daño cerebral causado por el somán, un agente de guerra química.
[2] Los efectos no deseados secundarios pueden incluir náuseas, vómitos, somnolencia, alta o baja presión sanguínea, movimientos oculares incontrolables y alucinaciones.
[5] A niveles suficientemente altos, del dextrorfano puede hacer que las personas se sienten como si estuvieran intoxicadas con alcohol.