Así, para medir el poder detonante de un material con propiedades explosivas, se utiliza la definición de "poder detonante" y se expresa en metros por segundo, dadas las características particulares del material químico en cuestión.
La detonación en sí, considerando la idea de un dispositivo detonador, es un rápido microcambio (prácticamente instantáneo), que inyecta en el material que se pretende detonar, una cierta cantidad de energía que a este le es imposible de acumular, almacenar, o disipar por algún otro medio.
Esto hace que en el material sometido se produzca una reacción crítica, principalmente en la que su estructura molecular experimenta una drástica pérdida de su geometría estructural o deformación física.
Por ejemplo, un tanque de combustible -gasolina-, tiene mucho más poder detonante cuando este material se activa en el contenedor, que esa misma gasolina activada sin estar comprimida en un recipiente.
Hay materiales mucho más reactivos que otros, pero este índice es posible modificarlo cuando el material que se pretende hacer reaccionar se combina con otros reactivos, que sirven como activadores en un proceso llamado tren de fuego.