Este término se usa mucho en el mundo del montañismo, puesto que este es uno de los factores más importantes en la clasificación de una ruta según su dificultad.
Generalmente, una ruta de montaña en la que el denivel acumulado es superior a los 600 metros se la considera de "Dificultad media", mientras que si supera los 1000 metros la ruta pasa a ser de "Dificultad alta".
[1] Evidentemente estos valores no son fijos ni absolutos ya que en la evaluación de la dificultad de una ruta intervienen otros muchos factores del relieve y de los propios deportistas.
En un recorrido cuyo punto de salida y llegada sea el mismo, la diferencia entre los desniveles acumulados positivo y negativo siempre será cero.
En ocasiones, ocurre que un navegador GPS de montaña, da diferentes sumas de desniveles positivos y negativos, esto es debido a la imprecisión del navegador GPS al conectar con más o menos satélites a lo largo del recorrido, lo que puede dar una lectura errónea de altitud.