[2] Estudios en Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia muestran que tanto los pacientes como sus familiares prefieren la desinstitucionalización y el cuidado en comunidad, siendo vital el apoyo de parte de esta.
El manicomio acabará estructurándose como institución total, el objetivo terapéutico, el tratamiento médico y el cuidado irán perdiendo peso e irá primando cada vez la función de control social que la de tratamiento.
La segregación, exclusión, el estigma social y el mentalismo, las pésimas condiciones de vida, falta de medios, masificación, escaso personal, pocas actividades terapéuticas, serán las características definitorias de las instituciones psiquiátricas y las consecuencias que tuvieron sobre los internos fueron totalmente negativas: cronificación institucional, deterioro, despersonalización y marginación.
En la segunda mitad del siglo XIX y principios del siglo XX, mientras se seguían consolidando y extendiendo los hospitales psiquiátricos, de forma paralela empezaron a surgir diferentes críticas tanto por su situación y condiciones como por su poca efectividad, pero no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial cuando se formó un movimiento más sólido para transformar la situación de la atención psiquiátrica.
Fue un intento de reconvertir e incluso suprimir el hospital psiquiátrico y la búsqueda de un nuevo contexto en donde situar a las personas con trastornos mentales y atender sus problemas: la comunidad.