Desaparición de Gloria Martínez

Desde los 14 años, Gloria tenía insomnio, lo que le hacía estar muy nerviosa, y problemas de anorexia.

Además, había tenido algunos brotes psicóticos aislados que no le impedían hacer una vida normal.

El complejo, del que la doctora Soler era accionista,[4]​ estaba destinado a pacientes estresados, curas de reposo y demás patologías no severas, y su estancia ascendía a un millón de pesetas (6.000 euros) al mes, siendo un desembolso significativo para sus progenitores.

[5]​Se encontraba en pleno campo, con amplias instalaciones en forma de bungalows, piscina, zonas deportivas o jardines.

Originalmente pensado para clientes de alto nivel adquisitivo, la clínica se encontraba sin embargo en números rojos y Gloria era la única paciente cuando ingresó.

Cuando a media tarde fue llevada a la cafetería por las enfermeras, Gloria dejó escrita una nota con letra irregular y temblorosa según los peritos: “Me da miedo pensar que estoy muriendo y la única luz está cerca de mí, Dios Mío”.

[9]​ Vecinos de la zona aseguran haber escuchado pasos aquella madrugada y un trabajador de una gasolinera dijo haber visto a una joven muy parecida a Gloria también aquella madrugada.

Allí encontraron una bolsa con pertenencias de la chica; ropa interior y un cinturón.