Esta última acepción implica que el software puede gastarse u oxidarse como si fuera una herramienta física.
Las memorias EPROM y flash almacenan datos utilizando cargas eléctricas las cuales pueden lentamente perderse debidas a un aislamiento imperfecto.
El chip en sí no es afectado por esto, de manera que reprogramarlo aproximadamente una vez por década puede evitar la degradación.
En ambientes cálidos y húmedos estos medios están predispuestos a literalmente descomponerse.
El término también suele utilizarse para describir el concepto de que un semiconductor RAM puede ocasionalmente ser alterado por los rayos cósmicos.
Algunos sistemas operativos tienden a perder estabilidad cuando se los dejan funcionando por largos períodos, razón por la cual deben de ser reiniciados ocasionalmente para remover errores residentes que se han producido debido a errores de software.