[3] Mientras aún estaba en la universidad, recibió una beca Thomas J. Watson y realizó investigaciones en México, donde comenzó su carrera como periodista independiente.
[4][5] En ese momento, interesado principalmente en la ficción, Grann esperaba desarrollar una carrera como novelista.
[6] En 1994 fue contratado como revisor en The Hill, un periódico con sede en Washington D. C., que cubría el Congreso de los Estados Unidos.
[7] Como redactor de The New Yorker ha investigado los más diversos temas y sus escritos han sido recogidos en varias antologías.
Otro artículo de investigación del The New Yorker, "The Mark of a Masterpiece", planteó dudas sobre los métodos de Peter Paul Biro, quien afirmaba utilizar huellas dactilares para ayudar a autenticar obras maestras perdidas.
[8] Biro demandó a Grann y The New Yorker por difamación,[9][10] pero el caso fue desestimado sumariamente.
En su libro revela nuevas evidencias sobre cómo murió Fawcett y muestra que «Z» pudo haber existido.
Sólo puedo ofrecer el mayor elogio que un escritor puede dar: una envidia infinita, tan profunda y salada como el mar».