David Galván Bermúdez

[3]​ Cuando contaba con catorce años, ingresó en el seminario del Señor San José para cursar la preparatoria, pero se marcharía en 1900 para volver a trabajar en un taller de zapatería.

[2]​ Esto acarreó al padre Galván la enemistad del teniente, quien se convirtió en su verdugo.

Cuando cruzaban el jardín botánico, frente al viejo Hospital de San Miguel, fueron interceptados por Enrique Vera, quien ordenó su arresto inmediato y sin juicio previo, le condenaron a la pena de muerte.

Un indulto salvó la vida del Padre Araiza pero Galván no corrió la misma suerte, y fue remitido a la calle Coronel Calderón, junto a la banda del Cementerio de Belén.

No quiso que le vendaran los ojos y frente a los encargados de ejecutarlo, se señaló serenamente el pecho para recibir los proyectiles.

Estatua de bronce de san David Galván en el atrio de la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Rosario, en Guadalajara