La datación radiométrica es un procedimiento técnico empleado para determinar la edad absoluta de rocas, minerales y restos orgánicos (paleontológicos).
Cuando un organismo muere esta relación cambia, pues el isótopo C-14 es inestable y se descompone radiactivamente con el tiempo.
Durante su fabricación, el calentamiento que sufrieron en el horno liberó a todos los electrones de sus trampas cristalinas.
La medida de la luz se consigue utilizando un fotomultiplicador, cuyo fotocátodo recoge los fotones despedidos por la muestra y los transforma en estímulos eléctricos.
Registrando esta corriente en el eje OY al mismo tiempo que la temperatura de calentamiento en el eje OX de un registrador, se tiene la curva llamada “termograma” cuya área es proporcional a la luz que emana el material.
A lo largo de la historia del planeta el campo magnético terrestre ha experimentado fluctuaciones considerables y aparentemente aleatorias, habiéndose producido además inversiones de la polaridad, las cuales han provocado que durante algunas épocas el polo norte magnético se situara en el polo sur geográfico y viceversa.
Para que este tipo de datación sea factible, se necesita que la muestra sea obtenida orientada, es decir, debemos conocer exactamente la orientación geográfica del resto arcilloso antes de llevarlo al laboratorio para su análisis.
Además, como el polo norte magnético se ha situado varias veces en las mismas coordenadas geográficas, este tipo de datación más que una fecha única suele dar dos o tres edades posibles para el resto a datar, de las cuales la correcta se obtendrá a partir del contexto del yacimiento.
Observó, además, que el grosor de los estratos o "varvas" variaba de un año a otro, así, por ejemplo, en un año cálido el estrato era más grueso, mientras que era más fino cuando las condiciones climáticas frías.