Periodista científico desde 1985, fue redactor en Clarín, editor en Perfil, y colaborador en La Nación, Crítica, la Razón, así como de varias revistas.
Como redactor, editor y freelance de todos los medios en que estuvo, apoyó casi todos los escasos proyectos tecnológicos independientes de su país en una época en que estaban políticamente condenados por gobiernos sumamente neoliberales.
Apoyó toda la actividad espacial que pudo generar su país, los satélites SAC, SAOCOM, SARE y ARSAT, así como la radarización del territorio nacional con tecnología propia de la firma estatal INVAP.
Se dictaban con inmersión diaria total y en sitios relativamente aislados, como el Centro Atómico Bariloche o el Observatorio Astronómico de El Leoncito.
Desde 1978 se dedica a la escritura de cuentos, novelas y “non fiction”, en su tiempo libre.