Se relaciona con la cultura La Candelaria y es posible que haya tenido origen en el altiplano boliviano.
También sirvieron como señaladores astronómicos, mojones demarcatorios para tareas agrícolas y corridas de la fauna silvestre: llamas, guanacos, vicuñas, tarucas, etc. Ubicados a dos mil metros de altura, constituyen un patrimonio cultural milenario único en su tipo en América.
A medida que aumentaba la familia, alrededor del patio central común podían agregarse dormitorios cual pétalos de flor; las habitaciones solían ser semisubterráneas.
En 1977, los menhires son trasladados al lugar donde actualmente están emplazados, denominado «Parque de los Menhires», con un fin exclusivamente «turístico»; sin ningún criterio científico ni respeto por la población del Valle, que durante siglos cuidó y defendió estas piedras.
Se les ordenó colaborar junto a los soldados, para trasladar en máquinas viales, o arrastrados con cadenas, 114 menhires extraídos de distintos lugares del valle.