Cuestión inglesa

Consiste en la capacidad de los parlamentarios de votar y decidir sobre asuntos, propuestas y presupuestos que afectan a regiones o zonas distintas a aquellas en las que fueron elegidos, mientras, al mismo tiempo, no pueden votar en el parlamento nacional sobre asuntos que sí incumben a su región de origen, que tiene transferidas las competencias correspondientes.

En palabras del primer ministro británico, William Gladstone.

Fue el parlamentario laborista Tam Dalyell, parlamentario por West Lothian, en Escocia, quien se dirigió a la Cámara en el debate sobre el autogobierno para Escocia y Gales: Dalyell mostraba así lo absurdo que era para él poder votar en leyes que afectaban a un municipio inglés, pero no a un municipio de su propia circunscripción, al estar transferidas las competencias de gestión municipal entonces a los gobiernos locales de cada zona de Escocia, y hoy en día, al Gobierno de Escocia.

Una encuesta del diario Daily Telegraph afirma que la población escocesa considera injusta la cuestión de West Lothian, al poner a sus parlamentarios en desventaja.

[2]​ Algunas soluciones propuestas para acabar satisfactioriamente con esta situación paradójica son: Otras posibles soluciones más extremas pasarían por la eliminación de los gobiernos autonómicos de Escocia, Gales e Irlanda del Norte, o conceder la independencia a estos países.