Los tres cuartetos de cuerda Opus 41, por tanto, son totalmente exitosos en sus propios términos, del mismo modo que, aunque estaba mucho más familiarizado con el medio, Schumann se vio obligado a descubrir nuevas soluciones a los problemas compositivos que presentaba el teclado.
Este fue en realidad el último del conjunto en ser completado, aunque hay pruebas fehacientes de que el compositor trabajó en los tres más o menos simultáneamente.
Sin embargo, Schumann concibió claramente los tres como una única composición a gran escala y la organización tonal de la menor - fa mayor - la mayor circunscrita por los tres cuartetos resulta muy equilibrada y lógica.
No está en la tónica sino en fa mayor, reflejando así en miniatura la organización tonal de todo el ciclo Opus 41.
De nuevo esta única idea se reproduce, casi obsesivamente, a lo largo del desarrollo.
Suaves arpegios en el violonchelo apoyan el canto del primer violín; ambos se intercambian los papeles poco después.
Una digresión en Moderato y una coda que sólo emplea ideas temáticas subsidiarias cierran la obra.
[1] La obra consta de cuatro movimientos:[5] El segundo cuarteto está escrito en fa mayor.
Schumann escribe cuatro variaciones, una repetición del tema casi en su forma original y una hermosa coda.
Un chispeante trío presenta un tema humorístico en el violonchelo que se contrapone a contratiempos de corchea y vertiginosas escalas en spiccato.
[2] La obra consta de cuatro movimientos:[6] El tercer y último cuarteto está escrito en la mayor.
Por fin, en este cuarteto Robert escribe un verdadero segundo tema, cuyos suaves contratiempos y la expresiva melodía del violonchelo proporcionan un material fértil para el desarrollo (al igual que la tensión imitativa del primer tema).
El tema fragmentado se une en una sola idea lírica en la tercera variación, mientras que la cuarta y última es una furiosa embestida decidida a borrar, con violencia si es necesario, el doloroso sentimentalismo de la sección anterior.
Un epílogo apacible, la calma después de la tormenta, reconforta un poco, y la música desciende hacia la calidez del fa sostenido mayor.
[3] El Finale, en cambio, es un rondó ágil y bastante libre, cuyo estribillo de negra con puntillo avanza con buen humor.