Pueden encontrarse en diversos seres vivos como los anfibios, los peces, ciertos crustáceos y algunos cefalópodos.
Los cromatóforos ya maduros pueden dividirse en diferentes clases según el color que reflejen bajo una luz blanca: cianóforos (azul), eritróforos (rojo), iridóforos (iridiscente), leucóforos (blanco), melanóforos (negro/marrón) y xantóforos (amarillo).
Algunos cefalópodos como los pulpos, presentan unos órganos cromatóforos realmente complejos, controlados por músculos, mientras que ciertos vertebrados, como el camaleón, producen efectos similares mediados en este caso por vías de señalización celular.
Estas señales pueden ser hormonas o neurotransmisores y pueden ser inducidas por cambios en el humor, la temperatura, el estrés o cambios notables del ambiente a nivel local.
Las primeras células pigmentadas descritas pertenecían a invertebrados y fueron denominadas cromóforos en una revista científica italiana en el año 1819.
La palabra cromatóforo proviene del griego y se puede dividir en dos términos: Por el contrario, la palabra cromatocito (cito o κυτε del griego, cuyo significado es célula) fue acuñada para denominar a las células responsables del color encontradas en pájaros y mamíferos, aunque únicamente se ha encontrado uno de estos tipos celulares, el melanocito.
Por ejemplo, el grupo hemo es un biocromo responsable del color rojo de la sangre.
[7] Cuando los iridóforos utilizan biocromos como filtros coloreados generan un efecto óptico conocido como efecto Tyndall o dispersión de Rayleigh, lo cual da lugar a la producción de colores azules brillantes y verdes.
[8] Existe otro cromatóforo relacionado, los leucóforos, que puede encontrarse en ciertas especies de peces.
La distinción entre iridóforos y leucóforos en peces no es siempre evidente, al igual que pasa con los xantóforos y los eritróforos, pero generalmente, los iridóforos producen colores iridiscentes o metálicos mientras que los leucóforos generan reflejos de diversos tonos de blanco.
Presenta una estructura compleja basada en unidades de dihidroxindol y dihidroxindol-2-carboxilato con algunos anillos pirrólicos.
Si esta enzima se encuentra ausente, la melanina no puede sintetizarse y esto desemboca en diversos tipos de albinismo.
Por ello, y por lo fácil que es estudiarlos debido al elevado número de colores diferentes que presentan, los melanóforos son, con mucha diferencia, los cromatóforos más ampliamente estudiados.
Aunque parecen estar poco extendidos, es posible que haya cianóforos (así como otras clases de cromatóforos poco comunes o desconocidos) en otras especies de peces y anfibios.
Este proceso, conocido como cambio fisiológico de color, está ampliamente estudiado en los melanóforos, debido a que la melanina es el pigmento más oscuro y por ello el más visible.
[13],[14] El control y los mecanismos implicados en la translocación rápida de pigmentos han sido ampliamente estudiados en un determinado número de especies, entre los que cabe destacar a los anfibios y a los peces teleósteos.
[16] Entre las principales hormonas involucradas en la regulación de este proceso se encuentran las melanocortinas, la melatonina y la hormona concentrante de melanina (MCH), las cuales son producidas principalmente en la glándula pituitaria, en la glándula pineal y en el hipotálamo, respectivamente.
[21] A su vez, se ha demostrado que, en el interior celular, el AMPc es un importante segundo mensajero de la translocación pigmentaria.
Tal característica está asociada a un gen que codifica para un intercambiador de cationes localizado en una membrana intracelular denominado Slc24a5.
[31] Por ello, las compañías farmacéuticas han desarrollado ensayos biológicos para la rápida identificación de posibles compuestos bioactivos, usando para ello los melanóforos de la rana con garra africana (Xenopus laevis).
[35] Los cefalópodos de la subclase coleoidea presentan complejos órganos multicelulares que utilizan para cambiar de color rápidamente, como se puede observar en los calamares brillantes, las sepias y los pulpos.
Además, se encuentran entre los que poseen una mayor habilidad en la adaptación al fondo, presentando la capacidad de asemejar su aspecto tanto al color como a la textura del ambiente en el que se encuentren de forma excepcionalmente precisa.
Sin embargo, las bacterias verdes del azufre han desarrollado un complejo-antena especializado, denominado clorosoma.