Esta documentación contiene los nombres de los jueces que rigieron Teruel y las aldeas de su comunidad en 4 siglos, desde 1176 hasta 1532.
La institución foral se mantuvo en todo el siglo XVI, pero en ese siglo a monarquía redujo las funciones de los jueces, convirtiéndoles en funcionarios reales que la corona nombraba.
Cuando a fines del siglo XVI el rey suprimió la institución casi no la encontraron en falta.
El lenguaje es muy castellanizado y empleaba una sintaxis culta con muchos verbos en voz pasiva y oraciones de relativo calcadas de modelos latinos (sintaxis común con el castellano culto de la época, que en eso tampoco reflejaba el habla popular).
Este último hecho ha sido subestimado por los historiadores del siglo XX, que han transcrito la antroponimia y toponimia en sus obras no como en el manuscrito original, sino como a ellos les suena más familiar (así por ejemplo el apellito Marciella lo transcriben Marcilla).