El relato se conoce a través de varios manuscritos que fueron hallados entre los siglos XVIII y XIX.
[2] En 1910 Spyridon Lambros encontró un cuarto manuscrito en el Collegio Greco de Roma que publicó en 1912.
Por otra parte, aunque el manuscrito de Iviron pueda ser posterior, es posible que su prototipo no lo sea.
En el año 582 el emperador Mauricio recibió otros embajadores de los ávaros, que pedían un aumento del tributo anual.
Este aceptó, pero dos años después se rompieron los tratados y se dio inicio a una ola de invasiones de los ávaros, en regiones como Tracia y Escitia, pese a una breve tregua en el que el emperador había aceptado nuevamente pagarles un tributo mayor.
Posteriormente, en otra invasión, los ávaros[nota 2] ocuparon Tesalia, toda la Hélade, Epiro, el Ática, Eubea, y el Peloponeso.
Desde esa parte, uno de los estrategas enviado por los romanos consiguió aniquilar a los eslavos.
J. Koder atribuye a Aretas de Cesarea la compilación del texto.
[8] Sin embargo la hipótesis ha sido rechazada por I. Dujčev dadas las alusiones a Nicéforo II (r. 963–969), que vivió en una época posterior.
[10] Sin embargo, la parte que empieza a relatar la invasión en casi todo el territorio griego incluido el Peloponeso no cuenta con paralelos que permitan identificar fuentes usadas para esta parte.
Se ha sugerido que tanto la crónica como este escolio proceden de alguna fuente común.
[12] La crónica ha sido estudiada por autores como Jakob Philipp Fallmerayer, Peter Charanis, Kenneth Setton, Stilpon Kyriakidis, Ivan Dujcev, Stanislaw Turlej y Paul Lemerle, con diferentes visiones sobre el tema.
Por ejemplo, aunque se afirma que Monemvasía fue construida tras la invasión, la ciudad precede en cuatro o cinco años dicho evento (c.