Los prados ocupan áreas bajas ganadas al bosque, como vegas y pies de laderas.
Los hayedos merecen una primera mención, generalmente encontrados en las umbrías, y en substrato calizo o silíceo.
Entre las hayas (Fagus sylvatica) se intercalan árboles o corros de roble albar (Quercus petraea), abedul (Betula celtiberica), argomeno (Sorbus aucuparia), arce (Acer pseudoplatanus) y llamera (Ulmus glabra).
Se distinguen los robles albares, formando bosques diferenciados, que son apreciados por su madera.
Hablando de los robles conviene distinguir dos especies, las carballeras o cajicas y los melojares.
Están en fase de repoblación junto con el laricio (Pinus nigra) desde los años 1950.
Al sabinar (Juniperus thurifera) y enebro (Juniperus communis) o Rhummus alpina, les corresponden todos los honores en Crémenes y se le dedica un capítulo breve aparte.
Crémenes está viendo la solución en el desbroce mecánico, en lugar de quemas.
Se vienen limpiando docenas de ha en su primera fase con resultado esperanzador y más estético.
Dicha fruta después de la caída de la hoja y bien entrados en los rigores invernales sobresale por su color rojizo; es más comúnmente conocida como escaramujo o garabita o tapaculos.
Algunos autores opinan que aquí pudo estar situada Vadinia, importante ciudad celta, citada frecuentemente por historiadores y geógrafos durante las guerras cántabro-romanas.
La Corona, altozano al lado del pueblo, nos indica un posible asentamiento de origen romano.
En su interior la cúpula posee bellas pinturas al fresco, obra de Santiago Eguiagaray.
En autobús se viene con la empresa Alsa, que llega directo a Crémenes.